A veces, lo único que necesitas es la seguridad de saber que su caes, alguien
se va a poner debajo de ti para amortiguarte el golpe sin importarle su propio
dolor.
Y confiaras.
Sentirás como se convierte en tu centro de gravedad, acudirás a esa
persona por cualquier pequeño problema que tengas, cualquier duda, cualquier
resto del pasado que se te esté atravesando y esté desangrando la herida una
vez más.
Y te sentirás bien, porque también harás lo mismo con esa persona, tendrás
tu propio ángel de la guarda en la tierra, seréis uno y eso nadie lo cambiará.
El problema es que en estos tiempos muy poca gente nace con alas.
Marcia Fernández
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