Palabras… nunca algo ha sido tan caro como las palabras.
Vosotros pensareis… ¡¡estás loco!!, y os doy la razón, pero no en esta afirmación.
¿Cuántas veces nos cuesta decir una palabra a tiempo?, un “gracias”
a una recompensa recibida, un “perdón” cuando cometemos algún hecho en contra
de alguien, un “te quiero” a nuestros padres o abuelos a diario o un “te amo” a
la personas que realmente amas y todavía no lo sabe.
“Las palabras se quedan en el olvido” dicen por ahí, ¡que
incierto es!, las palabras permanecen en la memoria, ¿Quién no recuerda esos
consejos que les daban sus abuelos? Para mí, las palabras, son las armas más
poderosas que tiene el ser humano, capaz de hacer el mayor bien del mundo, pero
también capaces de destruirlo.
Dicen que no hay mayor desprecio que no hacer aprecio, yo
opino que el mayor desprecio es una mala palabra en un mal momento, y la mayor
parte de ellas son intencionadas, y no nos podemos imaginar el dolor y el daño
que podemos provocar con ellas.
En cambio, las palabras bonitas y sinceras pueden alegrar a
uno el día, o incluso su vida. Hace poco más de 24 horas, unas palabras que a mí
me llegaron el corazón y me hicieron replantearme varios aspectos en los que me
encontraba dubitativo. Las buenas palabras son un regalo, un soplo de aire
fresco en el calor sofocante. Han pasado más, de 24 horas y todavía sonrío al
recordar esas palabras, palabras que quedaran marcadas en mi mente y en las de
muchos compañeros, al igual, que otras simples palabras hechas pregunta en una fría
noche del 6 de diciembre, que sin ser bellas, atravesaron mi corazón sin
barrera posible.
Por todas estas palabras, las que no dije nunca y las que diré
siempre…
GRACIAS
Búfalo Trabajador
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